Esta frase, de Robert Louis Stevenson, en boca de su personaje, el Dr. Henry Jekyll, la deberíamos llevar siempre a la práctica porque el errar es de humanos, y cuando fallamos a alguien también nos fallamos a nosotros mismos.
Así que el yerro y el desacierto, son consustanciales al ser humano y es un hecho que cuanto antes lo admitamos más podremos utilizar en nuestro beneficio.
Quiéreme y cuídame, con mis aciertos y desaciertos, porque cuando te fallo, también me fallo. Porque cuando me enfado sin motivo aparente, o busco una razón que no la tiene, algo dentro de mí también se rompe.
Así que quiéreme con mis muchos errores, quiéreme siempre. Puede que tengas motivos para no hacerlo, puede que quieras huir de mí, hasta que pase la tormenta, abandonarme en el baúl de los recuerdos y comenzar a vivir libremente. Puede que ese dolor que te hice duela hasta sangrar; pero te diré que a mí también me duele, que lo siento, que es parte de mí, pero si me quieres, quiéreme en esos momentos, en esas circunstancias ya que será cuando más te necesite.
Quiéreme cuando menos lo merezca. Cometer errores es una manera un tanto extraña, pero a la vez bastante segura, de progresar, porque todo completa, porque también de los errores se aprende y si tú estás ahí para apoyarme, juntos podremos librar esa batalla que nos fortalecerá para más adelante.
Necesito tu luz cuando en mis noches no hay estrellas, cuando lloro, cuando grito, cuando parezco no ser yo y entro en cólera. Tu eres mi paz, el remanso donde apoyar mi cabeza y así se alejen mis dudas.
Simplemente, cuando estamos mal necesitamos de los demás. Necesitamos que nos aguanten, necesitamos que nos guíen, saber que existe la incondicionalidad y que, a pesar de todo, somos merecedores de amor. Después de la tempestad, llega la calma en forma de un bello arco iris, dibujando una sonrisa que nos colma de felicidad.
Y es que hay veces que el mundo entero se derrumba y cae sobre nosotros. Dicen que no hay mal que cien años dure, que todo es pasajero y que lo que sea que nos duele dejará de hacerlo, siempre planteándonos que mañana lucirá de nuevo el sol, pero no hay que olvidar en lo qué fallamos para no repetir los mismos errores.
Te pido que te pongas en mi lugar y que me enseñes que el mundo no es un lugar hostil, que hay verdad, y hay amor, y que todo se puede superar, que siempre habrá conflictos, relámpagos, y que hay que estar preparados, no bajar la guardia, siguiendo hacia delante.
Porque, aunque hoy mi error envuelva de niebla o de penumbra tu mundo, sé que sabrás perdonarme, sé que sabes que merezco la pena (y la alegría) y que juntos progresaremos mejor.
Soy ese hijo rebelde, esa novia que monta en colera de repente, ese marido que es un desastre, esa madre que no te suelta, ese profesor que se equivoca, esa niña que ha roto un plato, ese perro que ha destrozado un mueble…
Porque, en todas y cada una de esas situaciones, necesito que me quieras. Porque soy el mismo, o la misma, que merece tu amor cuando todo va bien, cuando todo es sencillo y es verano, y sale el sol, o es domingo y me quieres mucho, cuando no hay dolor y almorzamos juntos, o te sirvo en la cama el desayuno.
Los errores y desaciertos son propios del ser humano, de mí, de nosotros y de nuestras circunstancias. Ellos corresponden a un porcentaje de desgracias que nos hacen valorar más las alegrías. Son lecciones que, con el tiempo, se convierten en experiencias.
Quédate con quien conozca tu peor versión y, en vez de irse, se quede y te ayude a mejorar.
Cuando damos la peor versión de nosotros mismos nos sentimos tristes, desazonados y enormemente doloridos por no haber sabido estar a la altura. Así que quiero perdonarme, pero para eso también te necesito.
Entiendo la importancia que tiene lo sucedido, entiendo que a veces no vemos otra opción que el castigo y la desesperación, entiendo que el enfado nubla la razón y todo puede romperse.
Pero quiero que sepas que en tu consuelo, en tu aceptación y tu comprensión me ayudarán a ser, siempre, un poco mejor.
Así que quiéreme, aunque no me lo merezca, no hay duda de que será cuando más te necesite.
Vía: mentemaravillosa