Los capricornio somos personas de buen corazón. Nos esforzamos en cada cosa que hacemos y no paramos hasta conseguir lo que deseamos, a veces esto nos cuesta, porque tenemos personalidad tímida, guardamos nuestras opiniones o no le damos la contra a los demás.
No nos precipitamos para tomar decisiones, pensamos siempre en las consecuencias de nuestras acciones, no queremos hacer daño a nadie, mucho menos a nuestros familiares.
Generalmente somos puntuales, nos gusta tomarnos nuestro tiempo para hacer las cosas bien y no nos agradan las prisas.
Nos gusta el mundo del arte, admirar las cosas bellas que nos da la naturaleza, a veces parecemos soñadores, pero en realidad tenemos los pies en la tierra y nos agrada tener el control de nuestras vidas.
Somos prácticos y no vamos por las ramas, nos desagradan las personas que le dan vueltas a todo y por esto podemos a llegar a romper una relación amorosa. La fidelidad también es muy importante para nosotros, no fallamos y no nos gusta que nos fallen.
No somos nada exhibicionistas, nos gusta ser reconocidos, pero no frente al público. Los capricornio no tenemos miedo al compromiso, no aspiramos grandezas y podemos vivir con lo necesario y aun así ser muy felices.
El lado oscuro de los Capricornio
Algunas veces un capricornio se puede mostrar poco efusivo y serio. Lo que ocurre es que no abrimos nuestro corazón con facilidad y requerimos tiempo para que alguien se gane nuestra confianza. Cuando nos conocen de verdad ven que disfrutamos bailando, riendo … igual que los demás.
Muchas veces somos algo ambiciosos, nos gusta tener un buen estatus social y queremos una buena casa, un mejor auto, nos gusta lo duradero y de calidad. Pero por eso también somos ahorradores, aunque a veces nos vean algo tacaños.
Disfrutamos de la soledad, queremos que respeten nuestros espacios y nos pueden ver algo nostálgicos, e incluso pesimistas, vemos el lado negativo de todo, aunque gracias a ello muchas veces no nos arriesgamos ni equivocamos.
Lo malo es que por no arriesgar, la vida es monótona, nos cuesta los cambios y eso hay que aceptarlo.
Somos buenos, no nos gusta tener enemigos, pero cuando queremos ser malos, lo somos, sabemos que una sola de nuestras frases puede dañar al otro por completo. El orgullo y la terquedad a veces no ganan, nos constará admitir que nos hemos equivocado.
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Vía: Original DebeVerse