Islandia tiene actualmente 30 volcanes en activo que conforman todo su paisaje, cientos de lagos, glaciares y géiseres. No hay un paraíso igual en el hemisferio norte.
Por si fuera poco, es el segundo país más feliz del mundo. Y quizá el más bello ya que no deja de sorprender nunca por la impactante belleza de sus paisajes vivos y cambiantes.
Por eso no es de extrañar que este paraíso natural mágico. tenga en estos momentos el mayor interés en turismo y siga creciendo cada año. El pasado año llegaron más de 950,000 visitantes.
Durante su viaje a Islandia podrá disfrutar de una comida y cultura espectacular y sentir la mágica atmósfera a la que contribuye no solo la geografía, sino también sus criaturas místicas y Elfos.
Descubra este país casi virgen, escuche la música de Björk y Sigur Rós – sentirá su verdadera fuerza y no podrá dejar de enamorarse a primera vista.
Sus ríos discurren sobre oscuros suelos volcánicos, su desembocadura en el mar o las ondulaciones del paisaje son elementos que hacen de este país único, sacado de los cuentos, de otro tiempo, escenario de paisajes imposibles y de películas y series de TV.
Tal es así que se la conoce como la Tierra del Hielo y Fuego, fundamentalmente por su carácter volcánico y su paisaje helado.
No es de extrañar que Juego de Tronos ruede parte de su escenografía en estas tierras.
Islandia ofrece al viajero un amplio abanico de experiencias independientemente de cuándo se visite el país.
Cada época del año tiene su ambiente único y siempre hay ocasión de experimentar cosas nuevas, descubrir la belleza y maravillarse por la frescura y los colores de la naturaleza.
Todo momento tiene su encanto y le dejará un sinfín de recuerdos imborrables.
El país tiene el doble de ovejas que de personas (600.000 frente a 300.000), la mayor densidad de móviles por cabeza del planeta y de bebedores de Coca-Cola).
Cuenta con 13 Papás Noel, un banco de información genética con los datos de sus habitantes, un listín telefónico que va por nombres y no apellidos.
Otros datos llamativos es que se come tranquilamente carne de tiburón podrido (aparte de mucho salmón y mucho bacalao). Su capital es la que más al norte está del globo (Reikiavik)
Julio Verne situó aquí su Viaje al centro de la Tierra. Desde el volcán Snæfellsjökull acceden los protagonistas a las profundidades del planeta.
Sin duda es un espectáculo al aire libre imposible de palpar en el hemisferio norte, con aspecto lunático o con praderas en verde o lagos azul turquesa.
Porque todo aquí es inmenso, superlativo, intimidatorio, extraño y genial.
Se puede ver la cascada más caudalosa de Europa (Dettifoss), el glaciar más grande (Vatnajökull: 8.100 km2), que si el géiser más impresionante.
Quiero recordar aquel beso con el que besabas en Islandia, dejó escrito Jorge Luis Borges.
Está claro que este paraíso le cautivó desde pequeño. Su empeño en descubrir el complicado idioma original («el latín del Norte», decía) no cesó nunca por admirar el uso de metáforas en vez de simples sustantivos para denominar algo. Ejemplo: al mar abierto lo llaman «camino de la ballena» y a Reikiavik «bahía de humo» por las aguas termales que rodean sin apuros la ciudad. Y más de lo mismo con el propio topónimo de Islandia, «la tierra del hielo».
Cuando Borges puso un pie en ella confirmó todas sus ensoñaciones, empezando por esos páramos infinitos de inspiración lunar sembrados de alfombras de azufre.
Igual de extraterrestres resultan los acantilados que se precipitan sobre la playa negra de Vik, al sur de la isla.
El fin del mundo. Por si fuera poco, a pie de mar Atlántico se levantan unas imponentes columnas naturales de basalto en forma de hexágono, carne de selfie encaramado en ellas.
Tampoco hay que perderse el parque nacional de Vatnajökull, el más grande de Europa, con 12.000 km2, o el de Thingvellir, donde la Dorsal Atlántica separa las placas tectónicas de Norteamérica y Eurasia.
Luego llegarían los vikingos noruegos, sus primeros pobladores, allá por el siglo IX, cuando se creó el primer Parlamento del mundo, el Alþing. Tras el dominio noruego estarían los daneses hasta 1918.
Las relaciones no fueron precisamente buenas. Como ejemplo anecdótico, Islandia prohibió en 1915 el consumo de alcohol y, especialmente de cerveza, por considerar que representaba el modo de vida danés, hasta el punto de considerar esta última bebida «antipatriótica»
El vino se legalizó a los 10 años. La cerveza, en 1989. Calma, que ahora está en todas partes y hasta celebran el Día de la Cerveza el 1 de marzo.
Eso sí, al módico precio de 8 ó 10 euros. Por algo tienen una de las rentas per cápita más altas del mundo: 39.500 euros al año.
Y es que las bajas temperaturas y los altos precios no impiden que disfruten de una vida social más que interesante.
No en vano, la marcha nocturna de Reikiavik es una de sus señas de identidad. Lo de pudientes hace que entendamos otro récord: acaba de ser nombrado el país segundo más feliz del mundo, según la ONU. El primero es Suiza.
Figura entre los lugares más seguros del planeta, con un homicidio al año. No tiene ejercito ni Fuerzas Aéreas.
También tienen la culpa de ese supuesto mundo ideal el nivel de las prestaciones sociales. De hecho, apenas hay escuelas u hospitales privados porque la calidad de los públicos es excelente.
Y hay más madres solteras que en ningún otro lugar. Algo tendrá que ver el apoyo estatal… Ya lo decíamos: cosas de vivir en el segundo país más feliz del mundo.
Vía: elmundo medioambiente